Mari Carmen es la corresponsal de la zona de la Crónica de la Comunidad de Calatayud-Aranda, que mensualmente El Periodico publica en nuestra comarca e invitados por ella nos acercamos a su pueblo, lugar olvidado en el extremo de Zaragoza y Aragón lindando ya con Castilla que es Cabolafuente.
Subimos lentamente hacia Cabolafuente desde Cetina por una carretera que curva tras curva se aproxima poco a poco a nuestro destino. Son kilómetros de tierras olvidadas pero mágicas, que cautivan al viajero con su colorido sin fin y por ese silencio que lo envuelve todo. La tarde es extremandamente fría y sopla un aire glacial del que no se salva nada ni nadie.
No sabemos muy bien por donde está este pueblo y ninguno de los tres viajeros hemos estado nunca allí, pero no cabe duda, aquel pueblo que se encarama a lo lejos sobre una loma no puede ser otro que nuestro destino. Nos acercamos lentamente como queriendo saborear el descubrimiento y lo primero que nos sorprende es la armonía del caserío (el conjunto de todas casas apiñadas). Y sobre todo ello destaca la iglesia y por desgracia el depósito de las aguas que está a su lado. No fue una sabia decisión colocarlo tan cerca teniendo a un lado de la iglesia terreno suficiente para hacerlo, una lástima. Quitando este detalle el pueblo merece la pena visitarlo y darse una vuelta por sus enmarañadas calles, no recomiendo hacer la visita en coche y mucho menos si es grande, ibamos con un Cintroen Saxo y aparte de perdernos en algunos momentos no sabiamos si ibamos a poder seguir por alguna de sus calles o no...por suerte llegamos al final hasta el alto donde se hubica la iglesia y es que hacia tanto frío ese día que nos daba una pereza extrema andar.
La vista desde ese otero sencillamente son expectaculares. A lo lejos el sol rojizo poniendose sobre una llanura inmensamente cultivada y bajo nosotros el pueblo silencioso con sus chimeneas escupiendo humo de leña. A pesar de los grado bajo cero a los que debiamos estar nos colamos por una puerta "falsa" en el patio de la iglesia y coincidimos que allí en primavera tiene que ser una delicia estar sentado en esos enormes bancos de piedra escuchando los vencejos volar sobre las cabezas y oliendo el jazmín del jardín.
Llamamos a Mari Carmen y le preguntamos por el teleclub y nos dice que estamos en la parte más opuesta del mismo, así que bajamos de nuevo a la parte más baja del pueblo no sin antes entretenerme a jugar con una perrita que con cara de ser muy lista me trae una piedra redonda en su boca y me la deja en los pies esperando que se la tire para ir corriendo a buscarla. Por supuesto lo hago repetidas ocasiones y de no ser por el frío hubiera pasado un buen rato jugando con ella, antes de marcharme me pregunto si no habrá niños en este pueblo para que este simpático animal me busque a mi, extraño viajero, como amigo de juegos.
En la puerta del teleclub esperamos a Mari Carmen con la que entramos en el local. Hay dos puertas de acceso para protegerlo del frío, una de ellas me llama la atención porque parece de un piso. Una vez dentro nos presenta a su padre que es el alcalde de Cabolafuente y quien abre y cierra el teleclub y otro parroquiano con el que está departiendo. El local es muy grande, nuevo y limpio y en sus parecedes cuelgan fotografías y recortes de prensa con sucedidos del pueblo. Me llama la atención una recreación que hay al fondo sobre un una captación de agua que al parecer recorre un túnel para terminar surguiendo en una de las fuentes de pueblo y viendo mi interés el padre de Mari Carmen se acerca y me da todas las oportunas explicaciones sobre lo que estoy mirando.
La captación data de muy antiguo, quizás tiempo de los romanos, el agua se va filtrando a traves de las paredes a un buen deposito que rebosa sobre un canal, que guiado por un túnel de bastantes metros y donde cabe perfectamente una persona va a desahogar en una de las fuentes de pueblo. La obra se ve espectacular y estalactitas cálcicas se adhieren a la captación dando idea de la antigüedad de la obra. En primavera tengo que escaparme una tarde y ver "in situ" todo este sistema de canalizaciones porque tiene que ser impresionante.
Nos pedimos unas consumiciones que son un vino tinto, una cerveza y una infusión. El vino tinto está bueno pero no puedo indicar el precio de lo consumido porque Mamen no nos deja pagar, así que queda pendiente una nueva visita en la que seremos nosotros los que invitemos.
La conversación con los parroquianos que van llegando es cada vez más entretenida y ahí estamos todos haciendo piña sin importar edad o procedencia.
Por último llega el pastor que ha cerrado el ganado después de un día "de los duros" según comenta, y es que pasar toda la jornada por el campo con este día es para gente curtida y fuerte. Todos tienen una conversación muy animada pero acabada la visita coincidimos los tres viajeros en algo... estamos a 30 kilometros escasos en línea recta pero el lenguaje cambia radicalemente, nos cuesta entenderlos, le comento a Pepe que quizás haya entendido el 80% de lo hablado en principio por lo que imagino que él se ha quedado en el 50%, me confiesa que tengo razón que en alguna ocasión no sabía ni por donde iba la conversación. La gente de Cabolafuente habla muy rapido dejando frases a medias que se dan por supuestas...y para quien no está acostumbrado es complicado de seguir.
Dejo unas fotografías que dan fe de la visita y de la belleza del entorno.
Muchas gracias a "Mamen" y a todas las personas que nos acompañaron esa tarde.